Autor: Yinhella Niño Galindo, Ingeniera Ambiental - Miguel Ángel López Gómez, Ecológo
Existe una estrecha relación entre los tres conceptos, y mundialmente reconocidas las extenuantes jornadas de trabajo, la violación de las condiciones laborales, precarias condiciones de salubridad y seguridad, represión de movimientos obreros, bajos salarios, trabajo infantil y cuotas de producción inalcanzables, situación dada principalmente en países de Asia como China, Bangladesh, Vietnam, Cambodia (Riego, 2015), igualmente con casos en México y el Salvador. Asimismo, se conoce la grave problemática ambiental que genera la industria textil, sin embargo, se continua con dicha producción a gran escala, sumándose la “fast fashion” o moda rápida, que demanda de más recursos, en menos tiempo y más contaminación, sin que los tomadores de decisiones medien e intervengan a un control efectivo. Colombia no se queda atrás en temas de malas prácticas de producción, de control y de seguimiento por parte del gobierno, aunque, se cuenta con políticas públicas para ejercer autoridad y mediar el abuso al medio ambiente, es una situación de nunca acabar, debido a la permisividad del estado y la corrupción que permea a funcionarios responsables del control.
La corrupción y permisividad son consecuencia de la ausencia de gobernabilidad nacional y local, de la falta de líderes comprometidos, con sentido de pertenencia, de tomadores de decisiones que no ejercen su función a la luz de lo establecido en la carta magna, “Todas las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano (artículo 79), y de los 43 artículos siguientes que hacen referencia a la protección del ambiente, y lo que sucede, es que los cuerpos de agua siguen siendo contaminados, las emisiones se presenten cada vez más, en mayor concentración, sin un control aparente, donde ciudades en el mundo, caso Santiago de Chile, tengan que usar estrategias desesperadas, como suspender actividades en el sector productivo y restricción vehicular, con el propósito de disminuir las altas concentraciones presentes en la ciudad. Y que por supuesto, disminuyen, pero las emisiones de gases de efecto invernadero, la poca gestión de los residuos sólidos, los impactos ambientales …continúan y seguimos concentrados en soluciones y discusiones mediáticas sobre la problemática ambiental, la cual hoy, no tiene retorno y se exacerba cada vez más. El cambio climático es una amenaza para los derechos humanos, como la seguridad alimentaria, la salud, el acceso al agua y la vivienda. Además, el cambio climático afecta desproporcionadamente a las comunidades más pobres y vulnerables del mundo (Hoffmann, 2021).
Por tanto, la industria textil tiene una gran responsabilidad en la lucha contra el cambio climático para proteger los derechos humanos de las personas en el mundo, lo cual repercute en pobreza y desigualdad, deben trabajar para garantizar que sus cadenas de suministro sean éticas, reduciendo la huella ambiental, creando valor social y adoptando practicas sostenibles que mitiguen el impacto del cambio climático. Esta relación tóxica que hay entre el cambio climático, la industria textil y los derechos humanos, es de alta complejidad, difícil desvincularlas, por tanto, se hace necesario un actuar consiente, iniciar cambios frente a su proceso productivo, que logre minimizar los impactos que inducen el cambio climático, revisar las condiciones dignas en cuanto a los derechos humanos. Estas acciones entretejen la necesidad de “el hacer”, de “el actuar” y permiten relacionarse con la iniciativa global que aborda los desafíos más urgentes del mundo, incluidos los derechos humanos, el cambio climático y la industria, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en este sentido, para dar cumplimiento a estos objetivos, es que los gobiernos, los tomadores de decisiones, las organizaciones promuevan el crecimiento económico, el trabajo digno, la protección laboral, salarios justos, eliminación del trabajo infantil y justicia ambiental. Que las empresas fortalezcan la producción sostenible, el uso eficiente de los recursos naturales, la reducción y reutilización de los residuos, y promuevan desde sus prácticas, el consumo responsable. Asimismo, tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático directamente relacionado con la industria textil, toda vez, que es considerada la segunda emisora de gases efecto invernadero, lo cual, precisa que debe iniciar con la reducción de su huella de carbono, mejorar su eficiencia energética, inversión en el desarrollo de productos y servicios innovadores e inclusivos, climáticamente inteligentes, y resiliencia en sus operaciones. Que estas estrategias permitan pensar en un nuevo camino, en medidas efectivas y necesarias, en pro de la reducción de los impactos causados por la industria, en fortalecer las sinergias de los diferentes actores de esta cadena productiva. Y repensar el consumismo, lo que impulsa el avance del cumplimiento de los ODS.
“Durante miles de años, el ser humano se ha comportado como un asesino ecológico en serie; ahora se está transformando en un asesino ecológico en masa. Si continuamos con esta trayectoria, no solo se llegará a aniquilar gran porcentaje de todos los seres vivos, sino que también podrían debilitarse los cimientos de la civilización humana”
– Yuval Noah Harari, 21 Lecciones para el siglo XXI